Lugares singulares en Madrid

00:00. Acabo de llegar a casa después de hora y media de Bicimad por la ciudad. En el camino, adentrándome en zonas desconocidas como de costumbre, he parado en varios sitios que me han parecido curiosos y los he apuntado en Google Maps. Estaba en una rotonda sin luz a eso de las 23:00 y se me ha ocurrido, por seguridad y curiosidad, ubicarme en el mapa, y al hacer zoomout me he dado cuenta de que tengo Madrid repleto de iconos de corazón, que es como Maps guarda los lugares que marcas como favorito. Mientras los conductores debían preguntarse qué hace una ciclista desubicada en una salida de la M30, me he dado cuenta de que llevo años coleccionado lugares singulares en Madrid. Aun a oscuras, he ido clicando los corazones y recordando calles, lugares y rincones que algún día me parecieron reseñables, entrañables, originales o extraños. Son detalles en los que un día me fijé y guardé, para volver o recordar, y hoy para compartiros. Os presento una pequeña recopilación de rincones perdidos que, lejos de ser monumentales, me despiertan algo en esta ciudad.

El proyecto frustrado de Acrópolis madrileña

En el barrio de San Blas, la parte de la calle Antioquia que da al huerto comunitario de la Quinta de los Molinos está adornada con pedestales, colocados simétricamente a lo largo de la acera peatonal. Simulando la entrada a un palacio a medias (falta el resto de columnas o lo que sea que hubiera encima de los pedestales), cuando descubrí esta calle la recorrí entera por si en el otro extremo me encontraba con un panteón o unas ruinas griegas, pero no hubo suerte. Los pedestales son sobrios, te llegan a la altura del vientre si mides 1,60 y son de orden dórico. Con la ilusión de que fuera un proyecto de Acrópolis madrileña a medias, quise preguntar a algún vecino, pero no me crucé con nadie, así que me subí de vuelta a la Bicimad con la duda. 

Árboles abrigados durante todo el año (no los desabrigan ni en verano)

En Madrid hay muchas zonas de casitas que recuerdan a pueblos. Hablo de las que tienen alma y son monas, de las colonias con adosados del siglo pasado. Una tarde de invierno paseaba por la colonia de San Fermín, y me llevé una sorpresa muy tierna al ver a los árboles abrigados con mantillas de ganchillo. Gracias vecinos de Usera por abrigar a los árboles. 

Un jardín vertical súper moderno en mitad de Estrella

Paseando un día por el barrio de Estrella, perdida entre calles con el mismo edificio gigante repetido por cien, de repente me topé con el Centro de Mayores Carmen Martín Gaite. La cuadra que lo recoge, si ignoras estos edificios que te tapan el sol, te transporta a un eco-building de la Europa moderna o algo así. De nuevo es la magia de Madrid colocando lugares que desentonan en medio del camino. Este me gustó mucho, incluida la plaza circular y laberíntica que tiene detrás, y al parecer están intentando mejorar el mantenimiento del jardín vertical porque la junta del distrito lo desatiende y está bastante desnudo. Me parece fatal, con lo bonito que es. ¡Firmad donde haga falta!

Tejados flamencos en la calle Belleza

En otra colonia de Madrid, esta vez de la de los Carteros, en la zona de Guindalera, hay casitas con tejados de estilo flamenco por un motivo que este artículo explica. Al parecer fueron construidos en los años 20 y si ignoras de nuevo los edificios racionalistas gigantes que los rodean, esta vez parece que estás paseando por Brujas, Gante o algún pueblo holandés. No os voy a engañar, fui a pasear por la zona por primera vez porque leí de pasada subida en un bus el cartel de “Calle Belleza”, y me pareció demasiado bello como para no volver. Os recomiendo encarecidamente un mini paseo por la zona, rodeada por la calle Bondad y la calle Belleza, ¡qué nombres! 

El acueducto de Madrid convertido en montaña rusa

Qué sensación la de pasar con el coche por la avenida de Pablo Iglesias para ir hacia Bellas Vistas o Cuatro Caminos y tomar la cuesta del acueducto. Por suerte siempre he sido copiloto o pasajera en el trayecto, que nunca pasa desapercibido. No quiero verme en la de conducir un coche manual y se ponga en rojo un semáforo en mitad de la cuesta. Sé que este rincón es más conocido, pero lo tengo guardado por la adrenalina que da.

De mis planes favoritos siempre será recorrerme Madrid en bici. Y cuando hace mucho calor o mucho frio, levantarme un sábado por la mañana para subirme al metro y bajarme en una parada desconocida, para recorrérmela a pata. Un beso a esta gran ciudad tan cambiante y laberíntica. Y un beso a vosotros también, transeúntes. 


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