
Seis griegas y una española nos sentamos en una mesa. La vida, el vino, la sororidad, Cavafis y Lorca inspiraron este poema.
Siete mujeres
Estaban en la veintena,
su conversación era dulce y estrellada 
Creían haber fundado algo en solo un encuentro 
Fue cuestión de dos días 
Las palabras se escapaban 
de entre el cerco de sus dientes 
como las flores, las granadas 
Sellaron copas y pactos 
Fue cuestión de una noche 
Siete mujeres y un cuerpo 
sus ojos no lloraban 
Catorce historias y media, 
media historia no contada 
Fue cuestión de un segundo 
Encontré que todas tenían 
bajo los ojos dos pestañas 
y un poquito más abajo 
dos lunares en la cara 
Fue cuestión de un instante 
Siete mujeres tenían 
dos hermosos lunares 
en el camino de las lágrimas 
Destinadas a llorarlas, las mujeres no lloraban 
¿Creíste alguna vez, hermana, 
en las almas hermanadas? 
En cambiar de continente, en la fiesta y en la danza 
Fue cuestión de un baile 
pues no hay nada más eterno 
Allí estábamos, sentadas 
mirándonos desde arriba 
y bajando a carcajadas 
Me pregunto si esta mesa se alegra 
de haber acogido por una noche 
la caótica belleza 
de siete mujeres, un cuerpo 
y quince historias contadas 
¡Nos vemos pronto!

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