
Estimado equipo de selección,
Permítanme comenzar compartiéndoles la certeza de que confiaré en su empresa lo mismo que he confiado en un hombre que apenas me ha ofrecido nada. Quisiera recalcar lo mucho que me entusiasma aplicar a este puesto: creo firmemente que mi experiencia y skills pueden ser de gran valor para el éxito de su empresa, como les detallaré a continuación.
Cuento con años de experiencia en sacarle partido a situaciones (y personas) que no la tienen, y en ver el lado positivo cuando todo parece desmoronarse. Cuando ese lado positivo se siente como un horizonte muy lejano, consigo encontrar al menos una pequeña moraleja que consuela durante una crisis. Por todo esto, soy experta en gestión de crisis. Además del lado estratégico de la gestión, estoy capacitada para mantener el tipo y soportar presiones, sin perder nunca la profesionalidad y elegancia.
Me considero una persona adaptable al cambio, incluso si es abrupto y sucede en cuestión de minutos. Me desenvuelvo con agilidad en ambientes inestables en los que la tensión y rechazo van seguidos de gestos de amor incondicional. Entiendo que igual que los hombres, las empresas experimentan cambios muy agudos por estar sujetas al mercado capitalista —al que todas las noches dedico una oración—, y esta comprensión y experiencia me ha llevado a desarrollar esas soft-skills, que no pasarán desapercibidas para ustedes.
Gracias a mi comprensión sobre esta naturaleza cambiante del hombre y del mercado, comprendo también la necesidad de tomar decisiones rápido. Si hay que perseguir un objetivo claro a toda costa, créanme: soy capaz de ignorar mi intuición en un acto casi kamikaze pero tremendamente beneficioso para su crecimiento.
En cuanto a la cultura de la compañía, huelga decir que creeré en los valores de su empresa con la misma fe apasionada y ciega con la que he creído en un hombre sin valores. ¡Imagínense! Si así lo quieren, me abanderaré de su misión y visión, y gritaré si hace falta para perpetuar y defender la responsabilidad social corporativa. Ese será mi único proyecto futuro por el que merecerá la pena desvivirse. Y si aun no tienen muy definida su cultura, no es obstáculo; soy experta en confiar sin miramientos, en agarrarme a la esperanza más férrea construida desde la porfía y desesperación más oscuras.
Con todo esto, y sin un hombre a mi lado (valoren también mi independencia y autonomía), les agradezco de corazón que consideren mi candidatura. Estaré encantada de atender los próximos pasos.
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